Mujeres de envase

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Todas pensamos que somos distintas pero amamos generalizar al sexo opuesto: “Los hombres son todos iguales” es la frase cabecera de las mujeres despechadas.

Nos queremos autoconvencer que somos distintas, que tenemos unas más cierto grado de locura que otras, que “la histérica” es la de al lado, nosotras somos “minas normales”.

Pero reconozcan si a veces no les gustaría ser “Minas de envase”. Pero…  ¿Eso qué significa? Muy simple: histeria, pánico del “¿Qué me pongo?”, indecisión constante, contradicción congénita y lucha permanente con nuestro alter ego.

Si/no. Todo/nada. Dulce o salado. Desde la contradicción más efímera hasta los confines del origen del universo o qué viene primero ¿el huevo o la gallina? No podemos ponernos de acuerdo.

Chicas pónganse contentas! Porque ellos también dicen: “Son todas iguales”. Y sostengo: ALGO de razón tienen. Sino no se sentirían todas identificadas con este puto post que lo único que hace es reflejar lo chifladas que estamos.

Si vos, la que lees, que seguramente cuando llegaste al párrafo de “indecisión constante” pensaste: “Claro! A mí también me pasa!” Y si mami, vos también sos parte de la misma fábrica de hacer mujeres que parece que usa siempre el mismo molde. Puede cambiar el color, el sabor, el packaging, pero la esencia siempre es la misma.

Para colmo, ahora a algunas minitas se les da por vestirse en serie: todas iguales, con la misma onda. ¿Dónde quedó la individualidad? ¿La originalidad? En fin, así vamos por la vida, pisándonos nuestros propios talones con tanta inconmensurable locura.