20 de diciembre de 2009
La llorona
Consejo del día: Agarrá el protector solar, después quedas como un palito de la selva!
Accesorio del día: cartera bandolera
Ten paciencia con: el furor marketinero de las fiestas.
Apenas nacemos, el llanto es signo de vida. Para muchos hombres, el llanto es señal de fragilidad, de cobardía. En cambio, las mujeres mantenemos la primera concepción: para nosotras el llanto es signo de vida cuando nacemos, a los 15, a los 30 y a los 60, SIEMPRE.
Algunas lloramos por todo y sin duda es parte de nuestra naturaleza. A los 5 lloramos cuando mamá no nos compra la muñeca de la vidriera y a los 15 cuando escuchamos música romántica porque nuestra historia de amor no se concreta.
Miramos la novela y la vivimos en carne propia. Odiamos al bandido y a la maldita que nunca deja que los protagonistas se unan. Pero cuando en la ficción se declaran su amor nos emocionamos, cuando se besan lloramos y cuando se casan ya necesitamos buscar los pañuelitos descartables.
Ni hablar si es la vida real. Ahí pasan cosas mucho más extrañas y el llanto tiene muchas más acepciones. Porque no sólo lloras cuando tu amiga se recibe, o cuando tu novio te propone casamiento. Llorás por todo: si tuviste un día estresante, llorás. Si te roban, llorás. Si te va mal en la entrevista de trabajo, llorás. Si se te quema la comida, llorás.
Pero atenti, ese llanto tiene una explicación: la IMPOTENCIA. Esta muy claro, como nosotras no podemos pegarle a las paredes (bah, algunas si...), lloramos.
Sólo eventualmente elegimos métodos poco ortodoxos como cerrar la puerta de un golpe o gritar para descargar tensiones.
Ahora que me pongo a pensar, ¿será que el primer llanto de la mujer también es por impotencia? Digo, una vez que llegamos al mundo y sabemos que nos tocó el sexo femenino, no queda otra: LLORAR!.
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